domingo, 10 de abril de 2022

Creeping Coastline of Lights, 1.

O lo que significa no casarse con el hombre que pensabas sería el padre de tus hijos y el gran amor de tu vida. 

Esta es mi versión de los acontecimientos. Si quieren la de él, búsquenlo. Para mí, él se está convirtiendo en algo que no vale la pena volver a ver, a sentir. 

***

Hace un año por estas fechas, yo sería una mujer casada. Hace 16 meses, volví a encontrarme con el hombre que conocí por casualidad en una entrevista de trabajo 10 años atrás. Y ahora estoy tratando de rehacer mi vida, porque E. me terminó dos veces, por razones muy distintas en ambos casos. En ambas, me estaba salvando de algo mucho más grande, que solo hasta ahora, casi dos meses después de la ruptura final, estoy entendiendo.

¿Cómo empezó todo esto?

Yo fui a una entrevista de trabajo, sin expectativas. Ahí también estaba un tipo muy muy alto, muy guapo y que no lo callaba nadie. Se llamaba E. Nos pusimos a hablar, y me contó que era ruso de nacimiento pero con años en Colombia. Me invitó a un tinto, cogimos el mismo bus y me pidió el facebook (si, el teléfono era muy avanzado, lo sé.). Pasaron 10 años con el saludo ocasional de Feliz año, feliz navidad, feliz cumpleaños.

Yo vivía en Alemania, mi cuñada en Bogotá. Sola, sin nadie que pudiera hablar su idioma (ella es del sur de Rusia). Le pedí a E. que la ayudase. Al regresar, volví a verlo después de 10 años, y empezamos a hablar. Soltero, sin hijos: su relación más larga sería yo, de un año y cuatro meses entre ambas temporadas. Ninguna novia le duraba. Siempre ha vivido con su madre. Trabajador, honesto. Buen hijo y buen hermano. Los amigos poco o nada tienen contacto con él: de la casa al trabajo y del trabajo a la casa. Un hombre casero, dedicado a su trabajo, a su familia y sus aficiones, entre las que se cuentan los animales, la escritura y ver televisión. Cada plan que le proponía era una jartera: no tenía iniciativa de nada. 

Después de un almuerzo en la casa de la madre, yo empecé a coquetearle más en serio. Él no se atrevía a nada real, e incluso me confesó que si dejaba de hablarle un día en el que traté de entender sus intenciones, él no tenía porqué buscarme (en retrospectiva, él nunca me iba a buscar). Una noche, me confesó que necesitaba ser y sentirse amado. Me habló de su novia anterior, a la que le terminó por irse a San Andrés sin él y con los amigos: era una advertencia para mi, incluso después de pensar E. que podrían vivir juntos y que entre los dos solo había una química sexual intensa. Sentí que yo podía ayudarlo a amar y a sentirse amado y a amarme: un desafío tal vez. Mucha mensa. 

Luego de hablar semanas enteras por Whatsapp y un par de citas fallidas por Covits, nos vimos y fue muy lindo. Una cita en un parque, tomados de la mano, hablando de todo por horas. Teníamos miedo de darnos besos por el contagio latente, pero a los pocos días nos besamos, se la chupé y nos hicimos novios. Mientras en la sala de la casa, mi cuñada y mi ex-suegra se emborrachaban con vino, nosotros nos ocupamos en su habitación. Una semana después, nos acostaríamos por primera vez: aún siento el fantasma de B. en las conversaciones sobre sexo "es que ella era súper ardiente...lo chupaba muy bien...cómo has mejorado, Claudia...eres muy diferente a ella" Pobre polaca. Pobre ruso. Lo lindo es que él después me negó que me estaba comparando, sólo que se dió la oportunidad de conversar sobre ella. Pura mierda. Tu y yo lo sabemos.

De la parte sexual de él conmigo no quiero hablar mucho: primero, porque soy una dama, y de esas cosas no se hablan, porque qué maluquera el chisme. Segundo, porque si bien había cosas que hacía maravillosamente, en otras me dejaba mal. Y después me sentía mal por exigirle, o por decirle algo. O por no ser suficiente mujer para E., porque habían fantasmas presentes (y después mujeres en bola, pero eso es después). 

Ella. B., ¿qué mal te hice yo? Me dejaste sola con éste tipo. Pero en medio de todo...gracias. Porque sin él, no sabría mi valor. No habría comido tanta mierda como para reconocer mi ser y lo que puedo dar. 

Las cosas estaban fluyendo más o menos bien, pero no demorarían mucho en ponerse más bien mal. Creo que la brillante idea de casarnos fue mía. Ya no la recuerdo. Apenas llevábamos seis meses - ¿A quién putas se le ocurre casarse así?. La mamá fue quien nos puso la fecha, que para no pelear: ya yo veía cosas ahí que no estaban bien. El manejo del dinero. El apego constante a ella. La negativa de salir y dejarla sola (¿Proof? En seis meses de relación, tuvimos solo dos viajes, uno de los cuales E. se encargó de restregarme por las narices después). Decirme que después de casarnos yo sería su prioridad, y que ahora todos estaban intimidados por mí, pero eso si: yo era el secreto a voces mejor guardado de Niza.

El tema del dinero. Yo tengo más que él, y eso iba a ser un problema tremendo. El tema de las capitulaciones: para ellos, lo mio es tuyo y viceversa. Así no deben ser las cosas: así no se construye una familia sana. Este tema es importante, ténganlo presente. 

El hecho que no hablaba bien de ninguna novia que había tenido. Que yo sí quería hacerlo parte de mi vida al presentarle a mis amigas y a mi familia, y él tenía una negativa constante por hacer esas cosas, porque no era amiguero y porque según I., los rusos no presentan a la persona en sociedad a menos de que sea serio. A B., a pesar de llamarla ninfómana y una "vieja loca", la presentaba y aún tenía fotos con ella: a mí me eliminó de todo lado. ¿A quién le creo?

Los desplantes de la familia de él hacia mí y la familia: el cumpleaños que se arruinó por su madre. Los momentos en los que no podía entrar a la casa por ser agente de infección. El decirme que no se quedaba en mi casa porque se sentía "intimidado" por tantos hombres a su alrededor y que era una dura por apoyar a mi madre (fue dos veces conmigo a verla, a pesar de saber que yo quedaba vuelta mierda con cada visita: era mi deber ser fuerte para ella. A la mierda la fuerza: no quiero ser fuerte cuando mi madre se está muriendo frente a mi). Yo ser el motor de una relación que no tenía pies ni cabeza. Ver que en el cumpleaños de su madre me dejó claro que no importaba si yo estaba o no, pero que ella era su vida. 

El anillo. Después de fijar la fecha de la boda, yo dije que mandásemos a hacer las argollas y el anillo de compromiso, porque sería más cómodo y sería algo entre los dos. Yo daba ideas: él solo asentía. Nunca le importaste, mi niña. Nunca se preocupó realmente por tí. No te amaba. Una noche, en la casa de su madre, E., se arrodilló frente a mi y me entregó el anillo de compromiso. Solos los dos, unas cervezas y sale. Yo lloré, y me puse feliz, porque estaba armando toda una boda sola, y estaba sola Siempre lo estabas, siempre lo ibas a estar, y sentía a mi pareja a mi lado. Unos días después, E., me confesó que se había sentido presionado por mí y por su madre, tantos afanes y tanta cosa. Se tenía que sacar la espinita de alguna forma, así que fue y me compró el anillo, para que yo dejara de joder y no me le adelantase a las cosas. No te amaba. 

No te amaba. No me amaba: yo no me amaba lo suficiente para saber que eso es una forma muy ruín de trapear el piso con uno y que no había amor, porque yo lo había puesto todo en bandeja de plata. Y E. no me amaba: porque nunca fui parte de su vida. Nunca tuvo que esforzarse por nada. 

A papá unos días después, le pedí hablar con ellos sobre el tema del dinero, en un esfuerzo por comprender la situación y ver cómo le podía ayudar (YO. Ayudar) a un tipo de 45 años a tener más plata. Hablamos de negocios y se dijeron cosas que no eran necesarias: de mi fertilidad, de mi ser mujer y madre. Eso no era necesario, papito. E. y su madre son seres llenos de orgullo - pero también de resentimiento. No toleran que nadie tenga más que ellos, que sea más exitoso que ellos. Estaban furiosos y ofendidos: lo sé, tenían razón en parte, por la forma en la que se dijeron las cosas. A mi papá no lo bajaron de viejo hijueputa: a mi, de metida. De decirme que la relación estaba mediada por el dinero y que él no necesitaba esas humillaciones de parte de nadie. Que mi ex-suegra iría al matrimonio a comer y ya, y que ella debía revisar las capitulaciones para saber si eran justas para su hijito. Yo pedía disculpas todo el tiempo. Estaba cansada: no dormía, no comía bien. E., me decía que era hermosa pero que estaba echando barriga: perdí casi 5 kilos con él. 

Yo estaba desesperada pero seguía adelante. Planeando una boda sin pies ni cabeza: me salvó pedirle a mi abuela muerta una señal de si estaba haciendo las cosas bien. Mis amigas me decían "no, no es sano vivir con la suegra después de casarse. No lo hagas. Piensalo. Por fa, no lo hagas". Yo pensaba que serían solo unos meses y ya está: pero él no quería irse. Me lo dijo una noche: es que va a ser tan difícil la separación para ella...Pánico. Pánico. Ya no podía respirar: estaba pasando de una casa paterna a una casa materna. No tenía espacio real de intimidad: no quería hacer el amor con otra persona a escasos 7 metros de la puerta. Y E., siempre pendiente de ella. 

Abue, gracias por salvarme la primera vez. 

Recé y pedí una señal. Un dolor en el pecho que no me permitía respirar. Después del segundo viaje, supe que ahí no era: Felipe mismo, en la llamada, dijo no...no...cuando le dijeron que viviríamos los dos con la madre después de la boda. Supe que ahí no era: que la comodidad era más importante que el amor y el respeto. No aguanté más y exploté: le dije la verdad. No quiero vivir con tu mamá, así sean seis meses. No quiero tener que pelear tu cariño y tus atenciones con tu madre. Quiero estar solo contigo: déjame pago algo pequeño para los dos, mientras nos organizamos. Entiendeme que vengo de una casa difícil, que he recibido abusos. No quiero empezar mi historia de amor así. No quiero perderte.

Y así pasó. 12 horas después, una carta. Que yo había tergiversado palabras y dicho mentiras. Que nadie me dijo de vivir juntos, solo era por un tiempo. Que solo eran chistes. Que poco conocía a la persona para decir esas cosas. Nadie se iba a pelear el amor y las atenciones y el cariño de él. Al tener miedo, yo no confiaba. Al no confiar, yo no amaba. Era mi decisión ahora: cancelar o aplazar la boda, y él se encargaría de decirle a los invitados. 

Mi ayuda era una página de wedding planner, en la que estaba armando la boda sola. Al leer esa carta, la sangre me hirvió: no habría diálogo, ni resolver las cosas. Solo una explosión tras otra. No podía expresar mis deseos ni mi sentir, porque esto significaba que no lo amaba. De la piedra, la furia ciega y la rabia, bajé la página. No le dije nada, no lo llamé. Asumí, asumimos. A las horas de bajar la página, le escribí y le pedí perdón por mis actos: era impulsiva, había obrado mal y quería arreglar las cosas. Quería una oportunidad. Él me terminó por mensaje de whatsapp: era demasiado drama para él, y esas reacciones mías le daban miedo en el futuro. Ya no quería seguir la relación así. 

(En retrospectiva, entiendo que a pesar de la dureza de la acción, era perfecta. Significó plantarme en mis límites y mis deseos, y que la otra persona no los entendiese no era mi responsabilidad. Mi responsabilidad radicó en no decir estas cosas antes: en no marcar mis límites, en dar demasiado de mí y demasiado pronto a quien no era mi persona. A pensar que él era lo único que me iba a querer en esta vida, y que ya nadie sería para mi. Entiendo ahora que lo que E. hizo fue manipularme: me hizo sentir mal por algo que yo no quería hacer. Por marcar mi ser y no dejarme influenciar.  La manipulación más fuerte vino de su lado.)

Todo fue perfecto: incluso cuando me dijo que si yo no hubiese bajado la página él se habría casado conmigo más adelante. Todo fue perfecto. 

El problema vino 4 meses después. Pero esa es historia para otro día. 


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