domingo, 14 de marzo de 2010

Segundos platos no saben bien

Imaginemos por un momento que están en un restaurante. Sirven primero un plato de ensalada, o un antipasto, incomible. Por lo grande. Ya no queremos más de lo que nos den, pero ojo: ahí viene el plato fuerte, plat du jour, el que era. Ahora si listos a comer, ¿no? No. Realmente no podemos ni verle la cara al plato. Ese primer palto nos mató, y de paso mató al otro plato porque era justo lo que necesitabamos en ese momento: solo necesitabamos de un plato, y ya podemos, con toda tranquilidad, pedir que nos empaquen lo que sobró y llevarlo a la casa.
¿Por qué hice esta comparación? Porque es así como me he sentido muchas veces, como el segundo plato de alguien que ya tuvo suficiente, y si fue a comer más al restaurante, fue de fisica gula.
Con Camilo, por ejemplo, fui el primer plato...hasta que tuve alguien como competencia que no le lanzó alverjitas por algún tenedorazo mal puesto. Pase a ser plato de segunda mesa, y luego se trató que fuese nuevamente un plato...pero de tercera mesa. Como un postre. Pero no es el postre que se comería con la satisfacción de una buena comida, sino con la amargura de hacerlo porque de lo contrario es algo que irá a la basura, algo que no podemos recuperar jamás, ni siquiera como un momento.
Con Charlie fue algo similar: soy un plato de segunda mesa, porque hay platos de primera que no podrán ser enfriados ni por el tiempo, ni por la distancia. Y en estos casos, es mejor ser considerado como lo que se es: un merengón. No por lo crocante, sino por lo liviano, porque no va a dejar huella alguna salvo la que se limpia con una servilleta, o las manos.
Con muchos otros me he sentido merengón, y quisiera saber porque. ¿Qué es lo que me falta para pasar a ocupar la mesa que necesito, y que posiblemente me merezco? J. me dice que soy muy buena como para pensar en ser un plato de segunda. Que soy hermosa y especial. Pero nunca lo he sentido así, y creo que tampoco lo he reflejado lo suficiente.

¿Qué creen ustedes que me hace falta para dejar de ser merengón, y volverme la ensalada que llena siempre que se le tiene al frente, y no necesita sustitutos?

2 comentarios:

Anonymous Anónimo ha dicho...

No es religión y por eso no necesitas fe. Es un hecho. Eres hermosa y deberías valorar lo que tienes.

Protesto porque NUNCA he dicho que eres especial (simplemente porque esa expresión no dice nada, no porque no lo seas). Eres hermosa y me da un poco de risa que no uses mi nombre cuando has llamado por su nombre a otras personas en este post.

3/17/2010 10:40 p. m.  
Anonymous Anónimo ha dicho...

¿Quién eres?

3/18/2010 10:36 a. m.  

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio