miércoles, 1 de julio de 2015

Picadillo.

No me arrepiento de absolutamente nada que se haya escrito en este lugar: esto es simplemente una reflexión de eventos que se dieron esta semana.

Ayer sali con mami para mandar a hacerle unos zapatos: mamá ya tiene problemas de concentración (aunque no quiere aceptarlo) y repetía constantemente en la tienda, lo cual terminó por desesperarme. Al regreso, le hice el reclamo pero no lo llevé a mayores porque ya la había regañado lo suficiente en la tienda.

Fue entonces cuando tomamos un taxi en la calle y el señor nos contó su historia:

Resultó que en la época de la violencia, sus padres tenían una finca y los bandoleros de ese entonces (llámese paras, guerrilla o lo que quiera completar con) los sacaron de ahí. En el bus camino a Bogotá iba con sus abuelos paternos y su padre-los habían seguido.

Bajaron a las 18 personas del bus y los picaron vivos a todos con peinilla (para el lector internacional, una peinilla es un machete) frente a él y su abuela. El señor tenía 10 años. La abuela quedo boba del trauma y solo hablaba en balbuceos: luego lograron encontrar a la madre y los hermanos.

Me bajé del taxi con mi mami y la abracé. No pude hacer más porque el taco en la garganta no me lo permitía.

***

¿A qué viene esta historia? A que la vida de uno es muy corta para ponerse a tener enemigos pendejos o a tener resentimientos con los demás. Uno no viene solamente a sufrir sino también a vivir, nada mas. No pido perdón por lo que dije, porque lo dije con la rabia y las palabras calientes. Lo dije porque necesitaba decirlo para sacarme esa espinita y saber qué me atormentaba tanto o porque necesitaba entender errores pasados.

Ya dije mis verdades e hice mi paz con mi rabia. Si me van a odiar por lo que he dicho antes, tienen mi permiso. Pero yo no odio más: uno no sabe cuando lo vuelvan picadillo, así sea solamente de espíritu.

PS: La única excepción a esta regla es H. Después de la llamada de anoche donde me demostró con creces que sigue siendo una persona egoísta y caprichosa, por lo tanto no merece sino un deseo: que le vaya bien, pero bien lejos de mi.

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