domingo, 12 de julio de 2015

Ultraviolence (or the extreme act of intimidation)

Intimidar. Del latín cristiano, intimidare. Dícese de la persona o situación que causa o infunde miedo.

En todo el curso de mi vida, se me ha dicho que soy intimidante exactamente tres veces, una de ellas hoy. Quiero tratar de entender porque se me ha dicho esto y si sumerce, querido lector, se siente aludido y quiere darme una mano con este asunto, le pido que no se contenga y que le haga.

***

La primera fue con C, dos semanas después de que nos acostamos la primera vez. Contexto: llevabamos dos meses saliendo, y quería que fuera algo especial. Obviamente, no lo fue por lo bueno sino por lo olvidable. Al motel que fuimos se le volaron los tacos y terminamos tirando a oscuras. Él dijo que estaba cansado, lo que se traduce en media hora en tener una erección y tres minutos en venirse: yo no estaba ni tibia, naturalmente.
Terminó, me dio las gracias (como si todo hubiese sido un servicio social), me abrazo y procedió a quedarse dormido. Con todo y movida de pata como cuando los animalitos sueñan. Hubiera preferido mil y mil veces que me dijese que estaba cansado, o que no se sentía lo suficientemente atraído hacía mí en lugar de pasar ambos por ese episodio.

¿Qué hice? Le pegué un codazo. Duro. En pleno costillar. Dos semanas después, C. me dijo que era intimidante y que no podía tener una relación conmigo, prefiriendo quedar de amigos. Dos semanas después de eso, supe que tenía novia. Lo curioso de todo el caso es que a los dos meses me pidió volver-no cedí hasta muchos meses después. Pero ese es otro tema.

¿Porqué (creo) que se me dijo así? Porque exigí algo más que lo que se me quisiera dar en ese momento. Reconocí que no puedo contentarme con poco en la cama y quería tener la atención del hombre en mí: al no tenerla, la exigí pero como respuesta no la tuve, sino todo lo contrario. La intimidación en este caso salió del deseo no correspondido.

***

La segunda vez, años más tarde, fue con H. Dos meses saliendo y me tope de frente con un montón de trabajo y de compromisos que me exigían estar muy concentrada y por lo tanto con poco tiempo para dedicarle a H: resulta que no tenía un novio sino un hijo que necesitaba de mi tiempo, de mis cuidados y sobre todo, de mi ayuda para salir adelante. ¿Y yo? No, ni loca pedirle a él que me diera una mano, como se te ocurre. No sabía que aparte de las tetas que diosito me dío, tengo un letrero que dice "Se rehabilitan gamines y se maduran niños grandes" al frente.

¿Qué hice al respecto? Me metí de lleno en lo que tenía que hacer y saqué las uñas. Me volví mucho más fuerte, agresiva y exigente y dejé de actuar como una madre para alguien que no es mi hijo. Peleé.

¿Porqué se me dijo así? Por crear una coraza y no permitir que las cosas me afecten. Por resistir las comparaciones odiosas (del tipo: tu no eres dulce como mi exnovia). Porque nuevamente exigí algo más de fuego entre las sábanas -y como soy mas alta que H, imagínense como quedaba el pobre cuando me pasaba de emoción-. Porque durante las peleas me daba ira lo que decía y como me trataba, haciendo que sacara mi rabia y la descargara contra las cosas. La intimidación en este caso surgió del miedo.

***

La tercera, hoy, vino por cuenta de J. A él lo conocí hace unos meses por Tinder: se veía bien, y las cosas prometían. Hasta que dejó de hablarme por un tiempo y los planes los empecé a proponer yo. Hoy nos vimos y me dijo que le parecí intimidante porque le recuerdo muchas cosas de su exnovia más reciente; sus gestos, su caminar, su mirada; que por esa razón debió tomar distancia. Le pregunté si es que no la había superado del todo y me dijo que no, que eran cosas que le producían dolor.

¿Intimidante por producir un recuerdo? Esto es nuevo. Le deseo lo mejor a J., pero no creo que lo quiera volver a ver en mucho tiempo, si es que lo vuelvo a ver. Me dí cuenta que es demasiado inmaduro para mí gusto y reconozco que tiene más fuerza en el jopo un canario que este man.
No soy mamá de nadie sino de mi hija y solamente a ella debería intimidarla. Así sea porque la regaño cuando no viene a comer cuando se le dice.

1 comentarios:

Anonymous Anónimo ha dicho...

El olor puede ser intimidante, tal vez por ser inevitable. Puedes voluntariamente dejar de ver, incluso dejar de oir, pero no puedes dejar de respirar.

El cielo y el infierno son olores, y un mal olor... bueno, es un certero matapasiones.

Y recuerda: la reacción ante algo que nos da miedo es increíblemente similar a la reacción ante algo que nos da asco. Se necesita tiempo y pericia (u honestidad) para discernirlo.

11/07/2023 6:18 a. m.  

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