lunes, 21 de diciembre de 2015

Taxi! Take me back to Berlin! (3)

En entregas anteriores, les he contado sobre los regalitos que me dejó cada concierto de Bono y sus muchachos. Hoy, les contaré sobre el encuentro fallido y medio con Adam.

B3: El día que teníamos sillitas con Boris, yo planee encontrarme con Ingris para almorzar cerca del estadio. Había llevado desde acá un librito que quería que me firmara (el primer libro que tuve de la banda, que me regaló Dianis cuando ella vivía en Londres) y me puse la misma ropa con la que fui al concierto los primeros dos días. Boris llevaba el cover del vinilo del Achtung Baby (que todavía tenía el precio en DM) y un marcador plateado. Durante el día, estuve con Ingris cerca del estadio charlando con Boris, almorzando los sanduchitos de la tienda gourmet y adelantando cuaderno en general. Hasta ahí, normal.

Tipo 3 pm, decidimos movernos hacía una parte trasera del lugar y esperar a que saliera alguien. Como a la media hora, Ingris y yo decidimos darnos una vuelta más hacia donde se parqueaban los camiones del escenario a ver que era la vaina. Pues ahí estaba Adam como con cinco personas más, firmando y charlando con ellos. Normalmente, soy una persona tranquila pero ver a Adam cerca me privó y como era de esperarse, me agüevé completamente (Para los amigos extranjeros, agüevarse significa volverse una pelota, quedar idiota por algo/alguien/una situación). Trate de mantener la calma y de hacer las cosas rápido para que el man no se desesperara con mi torpeza, pero no lo logré...

Así, con una mano tenía el bastón y con la otra trataba de encontrar la página que quería que me firmara, mientras que le decía en mi inglés macarronico que era de Colombia a lo cual creo que él me respondió algo como "Oh that's great darling". No lo recuerdo bien, porque la mente se me fritó. Encontré por fin la página pero ya Adam en ese punto me miro con una cara de juicio tremenda, me firmó y no quiso tomarse la foto conmigo. Foto no disponible porque no quiero ponerla. Si la quieren ver, esta en mi face.

Afortunadamente tenía a Ingris al lado mío y con el teléfono me tiro como 3 fotos del momento. Creo que sabía que yo era la chica del top negro y tal vez quería que fuera más expresiva y menos aguevada: simplemente, no pude ser la misma de siempre frente a alguien que me ha encantado física y mentalmente desde que tengo 8 años. Tengo que dejar la pendejada y estar relajada en momentos como esos. Ari pudo estarlo y Adam la recuerda con mucho cariño cada que la ve-tengo que empezar a creer más en mí misma. La pregunta fundamental en estos casos es la misma, siempre: ¿Cómo putas lo hago?

Apenas me firmó el libro, dio las gracias a los que estábamos ahí y se entro al estadio. Después de un rato nos dijeron que gracias, pero que ya no iba a salir nadie más. ¿Culpa mía? De pronto. Igual, después que Adam se entró los de seguridad nos dijeron que nadie más iba a salir. Y así fue: como a los diez minutos se entraron los carros de los otros tres y ya chao, gracias, saludos y buena suerte.

Eso si, la brevedad del encuentro tuvo una parte bonita en medio de lo maluco: Adam cuando estaba firmando me tocó con la punta de uno de sus dedos. Nunca en la vida he sentido una piel tan suave como la de él, así haya sido ese tris. Ingris dijo que a pesar de las arrugas que pueda tener, tiene una piel bellísima y se nota que fue un hombre super guapo, y que para mi sigue siendo más atractivo que el putas, mejorando con el paso de los años. Me queda la felicidad de haberlo visto de cerca, así fuera con todos los gallos del caso y tengo el compromiso pendiente conmigo misma de estar más tranquila y más segura en lo que hago, en lo que digo y en lo que soy. Tengo que comerme el cuento de la autoconfianza, carajo.

Nos fuimos a vernos con Boris, que decidió al último minuto quedarse esperando en la puerta del staff a ver si salía alguien y quedó super down cuando le dijimos, pero después de un rato se le pasó y fuimos a dejar las cosas en el hotel, a pasar el rato que quedaba con Ingris y a devolvernos para el estadio. El concierto desde la silla fue una experiencia también muy bonita, porque significó estar menos pendiente del puesto y más pendiente de la pantalla (aunque mi silla estaba bastante abajo y a ratos se perdía la experiencia). A ratos me acompañaba Fred, uno de los brasileros -y el que estaba más interesado en mí- y por lo menos, estaba pendiente que tuviera algo que tomar que no fuera cerveza.

Después del concierto, tuve que salir pitada a hacer la fila y oh, sorprise!, dos de los alemanes que no le caían bien a Boris habían monopolizado el control de la fila y nos mandaron a puestos diferentes, separados y en mi caso, completamente jodida porque era él quien tenía mi boleta en su celular y era él quien corría por mí para coger el puesto.

¿Qué pasó después? Averígüelo mañana en la entrega final de mis choco aventuras por Berlín, o como le llama Boris, "ABC- Achtung Baby City". Y que no se le haya olvidado el letrerito a mi fiel lector, porque mañana va a hacer su reaparición. Sort of.


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