miércoles, 6 de noviembre de 2024

How to cry at a concert, Macca style.

Los recuerdos nunca son claros, pero por la magia del tiempo, es lo que permanece después de tantos eventos, tantas vidas. 

Yo no sé cual fue la primera canción que escuché, o con cuál me arrullaban para dormir de niña, pero si recuerdo que el rock fue y ha sido uno de los amores más eternos que he tenido: desde Cat Stevens, Dire Straits, Metallica - la lista es larguísima. Pero hay una banda a la que yo regreso siempre, a la que muchos volvemos después de despotricar quizás que no eran buenos músicos pero nos damos cuenta tiempo después que la suma de las partes es mucho más fuerte; que entendemos que muchas veces no es necesario el virtuosismo sino tres acordes bien puestos, con canciones que nos hablan de la vida que pasa frente a nuestros ojos sin que podamos hacer nada por detenerla. 

John, Paul, Ringo, George. 


Hace doce años, yo vivía en Nueva York terminando mi maestría en periodismo, que si bien me dió la oportunidad para conocer otro mundo y personas que permanecen en mi vida hasta hoy, no fue lo que esperaba (en parte porque yo misma no supe aprovechar las oportunidades que tuve, pero esa es otra historia). Acababan de anunciar el primer concierto de un ex-Beatle en Colombia, Paul McCartney, y yo lejos. Me partió el corazón no poder estar, pero si sabía quienes iban a estar por mi: mis papás. Logré mover todo y conseguirles dos boletas en sillita, cerca del escenario. Estaban felices ambos, porque su legado fue ese - el darnos a mí y a mis hermanos la posibilidad de música que tendría la cualidad de durar por siempre, y el poder compartirla juntos. Lo mejor en medio de todo esto es que encontré páginas que transmitían el concierto en vivo para los que, como yo, pudieramos estar sin estar y sentir el corazón lleno de nostalgia y felicidad. Mamá incluso me contó que estaban tratando de entrar al estadio de fútbol donde fue el show y la policía no los dejaba llegar: fue porque Sir Paul se estaba bajando del carro a saludar como reina a todos los presentes y ella le pudo ver la piel tan perfecta que tenía "Polcito". Quedaron fascinados, y siempre los tenía a ellos como mis mejores partners para cuanto concierto hubiera en Colombia. Eso si, de rock solamente gracias. 

Doce años más tarde, mi papá ya está más viejo y cansado y prefiere los conciertos en silla, porque ya no soporta estar de pie por los años que le pasan y el accidente y la falta de ejercicio y de sueño. Mi mamá hace ocho años está internada en hogares especiales para cuidarla porque su cerebro se volvió un carbón negro que no le permite ser la mujer alegre y vital que tuve el honor de tener como madre. Yo, en su honor, me la paso de concierto en concierto y en cuanto festival puedo, sin hijos, sin marido y disfrutando lo más posible. Doce años más tarde, Paul McCartney regresa a Bogotá como parte de su gira GOT BACK. 

Conseguir las boletas fue una locura. ¿Fecha de venta anotada? Si. ¿Tarjetas de crédito listas? Si. ¿Comentarios críticos de papá y de mi hermano que también iban al concierto de gastarme la plata en cosas que no necesito? Siempre, bebé. Tras veinte minutos de angustia, tres boletas en gramilla aseguradas. Después, la espera para el día del show. 

Ya pasaron los días, viernes al fin. Alejandro no estaba seguro de ir sino hasta el final y mi papá me tenía seca a punta de preguntas ¿Puedo llevar esto? ¿Será que me dejan entrar una silla? - que si nos íbamos en carro, un taxi. Los llevé a coger bus, que casi no nos pasa y directo al estadio. La organización no me sorprendió por lo desastrosa que fue, ya que en una sola fila que le daba la vuelta entera al Movistar Arena veníamos agrupadas cuatro localidades distintas: nadie sabía nada, la mafia de los puestos adelante seguía tan campante ofreciendo una fila menos, y éramos todos al trote esperando que ninguno de nosotros descuidase su puesto y así, otro llegar a ocuparlo. Después de unos cuarenta minutos, ingresamos al estadio y nos sentamos. No podíamos ingresar comida, pero unos chicos que me escucharon decir que tenía hambre me dieron un paquetito de galletas que habían ingresado a las escondidas: no encontré mi amado palito de queso entonces no quise comer nada porque todo era carnes. Papá y Alejandro, fieles a su tradición, tampoco comieron nada. 

A las 9:30 PM, empezó el show. Paul McCartney, durante esas tres horas de concierto hasta unos minutos después de la medianoche, nos dió a todos sopa y seco. Un hombre de 82 años que canta, baila, hace bromas con el público le debe su vitalidad al yoga y una dieta vegetariana que ha mantenido como pilares de su disciplina por años y que nos dejó a todos con la boca abierta. A mi lado había gente de la edad de papá o tal vez menor que él, gente de la edad de mi hermano y mía, y, lo más sorprendente, muchos chicos menores que cualquiera de nosotros. Una chica menor que yo, cuando exclamé lo vital que era Paul, cómo putas está dándola toda él y nosotros no me respondió "Es la inmortalidad, amiga". Te creo. 

Parecíamos poseidos todos por algo que no puedo explicar. Era asistir a la celebración de la música, del amor por la esposa presente en el público y amor por los amigos que no están ya con nosotros y que gracias a la realidad virtual fue posible evocar, por momentos, la presencia fantástica de John y George, gone too soon. Más de uno de mis amigos lloró: por la nostalgia de otros tiempos quizás más felices que no podrán volver, por los tiempos felices de infancia, esa primera tonada que nos evoca un pasado luminoso y lleno de nosotros mismos. 

A nuestro lado, una mujer más bajita que yo y que luchaba por ver. Iba sola - no me supe su nombre nunca, ni nada que me haga recordarla. Un saquito color pastel, pelo largo, sonrisa fácil. Estaba felíz por vernos a nosotros asistir como familia, como tantas otras familias que se reencontraron con la música esa noche. Durante Now and Then, la canción más reciente de los Beatles (con la participación especial de John, desde el más allá), las dos lloramos: me pareció criminal dejarla sola llorando, recordando quizás a alguien o algún momento de su vida. Le rodee los hombros con mi brazo y lloramos juntas mientras Paul también cantaba con los ojos rojos, lleno él también de recuerdos y de tristeza y de agradecimiento por estar juntos esa noche. 

Paul hablando español, agradeciendo nuestra presencia y el estar aquí presentes, con la promesa al final de vernos de nuevo pronto. No sabemos cuándo será eso, si ese momento existe. Existió el ver a mi padre feliz y agradecido con estar, a pesar del cansancio. Existió ver a Alejandro pidiendo quedarnos una canción más, cantando cada canción y recordando otros tiempos, cuando ninguno de nosotros tenía arrugas ni ojeras ni preocupaciones que nos quitasen el sueño.

Para cerrar la noche, ya terminado el show y rendidos del cansancio, buscamos transporte. Una patrulla de la policia nos cerraba el paso y junto a ellos, ingleses también dando órdenes a la distancia. La calle cerrada para darle paso al bus que transportaba a Paul junto con su grupo de genios, rumbo al hotel para una merecida noche de descanso mientras que Paul mismo, frente al conductor, nos sonreía y hacía un thumbs up a todos, mientras me miraba y me sonreía a mi grito de que lo amábamos y le dábamos las gracias por volver. 

Paul McCartney, don't ever die. Always come back to us. 


viernes, 11 de octubre de 2024

Kazan, or lost loves

 (Ésta entrada hace parte de mi libro, DANIELA. Diez ciudades, diez formas de ver la vida. Tengo un bloqueo creativo ni el hijueputa, y tal vez la única forma de sacarlo es escribiendo)

Share my body and my mind with youThat's all over nowDid what I had to do'Cause you're so far past me nowShare my body and my life with youThat's way over now

I'm finally happy now that you're gone

Lana del Rey, Cruel World


Where are we, sister?

This is Kazan, Daniela. I have no memory of this city, but there is only one way to reach its memories and its ideas. Walk with me.

Do you like being here?

No. I don't like it. It brings me memories of someone. He spoke like everyone does here: with words glued to each other, no pause in between. Not because he spoke fast, on the contrary. Spanish is not his native language, and yet he speaks it so well, perhaps even better than you or me. I feel that when he spoke their language, he did it in cursive. Cursive? 

Words have no beginning in this language, they have no end. It's like if they were threaded all the time on the tip of the tongue and people let them fall like drops, fast and slow, but they're still stuck after being torn from their source. It's horrible, really - but when I was in love with him, or I heard the great actors of his nation recite their plays and poetry, I found it to be so beautiful. 

I was always a sucker for accents, Dani. The past that is present in another language, hidden and biding its time, the inflection of the voice when modulating in different manners. Or just maybe because I found the speaker to be attractive, regardless of their gender, and therefore I liked their language even more: English, Italian, German, Russian, Dutch. I fell in love with all of them in my own way. 

Sister, what is love? I am not alive: I do not know how it feels.

I thought I knew what it was. I thought it was to have one person that needed you like air, and forgot about everything with your sole presence. But it is more than that: it is routine. Commitment. To share a silence when time stands still on a Sunday, 4 PM. You go from friends to lovers to accomplices. You accept your own flaws reflected in the others' virtues, and viceversa. You have a favourite person, and you're not it, and be able to tell them everything. All of this is love: but it is not what I had with him. Love saves, love heals. Love does not open past wounds, and does not create fresh pains. It should be salve on bad days, a bucket of ice-cold water in tougher days. What I felt was love, but the passion burnt me - and what I need is carbon after it has burnt, warm and safe. A sweet and gentle fire, that can be used at will - not an intensity that harms.

What was his name? It doesn't matter. His name is not relevant for us - our story is what matters. What you are able to understand from it. 

(Should I go on?)



martes, 30 de julio de 2024

Alas

 I curse myself sometimes-

-for wanting to see the world. And exploring mountains and caves and unknown places. Where nobody speaks my language. 

-for staying still. Silent and ignoring the life and the world around me. Refusing to move on. 

I curse myself for being like my mother - strong and silent and quiet and brave and stubborn. 

For wanting to see the world and forgetting that my roots are stronger than the wind. 

For breaking my soul in two, finding a new home in every different city and a friend to rely on, better than any lover. For breaking my heart every time I get into another airplane, speak another language, find another life.

I wish I could find solace and peace in my books, and my cats, and our small kitchen. But I cannot. 

My mother was a sailor before me: but she took an anchor, tied it to her neck, and had children and a husband and a brain that now looks like black coal. 

I am cursed. I chose to live so many lives, because I cannot deal with a single one. 

May this curse live longer than I do. May I find happiness and peace inside an airplane, inside my bed reading stories to my cats, speaking a language I cannot remember anymore.

May I live longer than my fears, and my hatred of love. 

Que siempre, siempre, pueda regresar al recuerdo luminoso de mi madre, para recordar que soy marinera. 

viernes, 28 de junio de 2024

El libro de mi madre.


 

Dice la leyenda familiar que un día, a los tres años, yo aprendí a leer de corrido sin que nadie me hubiese enseñado a hacerlo. Me pasaban botellas de vinos en otros idiomas, el periódico con el anuncio de la Miss Colombia 1987: yo lo podía pronunciar todo claramente, y no a media lengua como se supone que debía hacerlo. Lamentablemente, no hay registro de tal hazaña, solo el relato hablado de mi familia y de los vecinos. 

Amaba leer, y terminé desarrollando problemas para escribir (y una actitud contestataria con las profesoras del kinder): a mamá le sugirieron esconderme mis libros de cuentos con la idea que tal vez así me pondría a escribir y dejaría de responderle feo a mis profesoras. 

Mamá fue al día siguiente a la Pinacoteca de Colsubsidio y me compró todos los libros que pudo.

Curiosamente, mamá no leía. Le gustaban los Reader's Digest en español, las recetas de cocina de las revistas y la columna semanal del Padre Llano. Pero ella no leía: no recuerdo haberla visto con un libro en la mano. Solo uno. 

En el colegio, una de las lecturas obligatorias era el clásico Pedro Páramo y el Llano en Llamas de Juan Rulfo. Después de aprender sobre el autormexicanonacidoen, pasamos a leer el libro y a indagar el porqué de su escritura. A mi no me interesaba saber el porqué de nada: más me intrigaba el hecho que mamá también se pegó a leer el libro conmigo. Y discutiamos sobre la vida y la muerte - conversaciones que ya no reccuerdo, porque mi mente tiene que hacerle paso a otros recuerdos y en esos momentos, no era realmente tan importante como lo es ahora. 

Cuando le gustaba ese libro. 

Ella me hablaba de la regresión que se mandó a hacer para descubrir porqué le gustaban tanto las piedras y las ruinas, porque se sentía a gusto en el calor infernal del desierto sin sudar ni una gota y porqué ese silencio la llamaba: descubrió que en su primera vida, entre sus tantas vidas, fue una mujer del desierto que andaba en sandalias y caminaba con una tinaja de agua sobre el hombro. Tal vez por eso el relato de Rulfo, de ese calor que quema el aire y las palabras, que crea espacios donde se vive dentro del recuerdo y se muere con arena entre los dientes le hablaba a ella, a esa parte de su mente escondida detrás de las cuentas por pagar, de la familia disfuncional que tenía y de la enfermedad que se abría paso silenciosamente en su cabeza. 

Nunca entendí lo visionaria y brillante que era mi madre hasta que la perdí por la demencia que ha reducido su cerebro a una piedra negra. Es como el desierto con el que ella soñaba: allá, donde no llegan mis palabras, donde se murieron los hijos de Pedro, Susana, las ánimas en pena. Solo ahora puedo recordarla en lo que fue, y por eso ese libro es tan importante para mí.

Cuando lo leo, recuerdo a mi madre. Recuerdo su amor por el desierto - que me llama también a mí, hija de la montaña y del frío -, su voluntad inquebrantable, su risa. Su amor por los viajes, la montaña. Ella es como yo, pero ella se cortó las alas para vernos a mí y a mis hermanos vivir la vida que quizás hubiera ella podido tener más allá del calor y de las montañas.

Por eso quise (y no fue así) hacer mi tesis sobre ese libro: sobre los espacios de vida y de muerte. Sobre el sueño que se hace pesadilla. El calor que quema, calor que da vida, arena que sofoca las palabras y el aliento. 

Aún ahora, que leo el libro en mi Kindle, la veo a ella. Me veo a mí misma en el espejo y la veo a ella, siempre a ella y en todas sus vidas, conmigo. Estoy tratando de escribir un libro sobre ella, sobre mi hermana muerta, sobre mí y sobre las ciudades que vivimos: me doy cuenta que dilato en temor de no ser capaz de escribir algo que valga la pena. Pero en ese temor, esperanza: que en cada palabra que escribo, la revivo a ella y a Dani, mi hermana. Por ellas escribo, aunque cada palabra me cuesta sacarla como si fuese el calor que me aterra, el viento, el silencio y el no poder llegar a ellas con mis palabras, a ese espacio que está más allá de las montañas y a donde no llegan mis palabras. 

Para escuchar, solo esto. 



jueves, 18 de agosto de 2022

Phantasmagoria Blues - Mark Lanegan

 I have given to you, Jane

A torn and tattered love

But do you hear the tolling bells
That ring down from above?
I thought I'd rule like CharlemagneBut I've become corruptNow I crawl the promenadeTo fill my empty cup
And you're freeYou're free againOne more time
Now if you found a razor bladeAnd took it to your wristThen I'd be here in my electric chairBecause of this
All last night and night beforeI stood on the pier and criedBut I don't want to turn awayFor fear of going blind
And you're freeYou're free againOne more time
I have given to you, JaneA bruised and beaten loveBut do you see the cold white lightThat shines down from above?
Thought I'd rule like CharlemagneBut I've become corruptNow I'll crawl the promenadeTo fill my empty cup
And you're freeYou're free againOne more time
And you're freeYea, you're free againOne more time

lunes, 18 de abril de 2022

Creeping Coastline of Lights, 2.

 Y volver.

Volví de Medellín, y empezamos a tener un flirteo por momentos inocente, por momentos más cercano a la vida que teníamos. Todo eso me confundía enormemente: ¿Quería estar conmigo? ¿Quería algo puramente sexual y luego si te vi, no me acuerdo?

No lo sabía, aún. Un día, se me cayó una calza de una muela y me recomendó a una persona. Ella me preguntó cómo lo conocía y le conté toda la historia desde mi punto de vista: me dijo que fue la mejor decisión que pude tomar, el no casarme de esa forma como él lo planteó. Me preguntó si aún lo amaba, y le dije que sí, pero que ya no sabía qué hacer con él. 

Unos días después, E., fue a la consulta con ella. Él le dijo su versión de los hechos, que él se había esforzado tanto por traer los papeles desde Ucrania, que todo había sido mi culpa, y que él estaba muy sentido por lo que pasó. Obviamente, ni mención del tema de vivir con la mamá: ni forma de hacerse quedar mal. Solo jugar a ser víctima, juguete del destino. 

Ella le preguntó si quisiera volver conmigo. Cuáles eran sus sentimientos hacia mi: él dijo que me amaba aún y quería estar conmigo. Ella le dijo ¿Porqué no la buscas y hablas con ella? Su respuesta: yo era quien debía buscarle al ser quien rompió las cosas, él no tenía porqué hacerlo. Ella le dijo, cómete tu orgullo, búscala. Una de tres: o le tenía miedo al rechazo, asumiría que ya estaba con otra persona o simplemente yo ya habría entendido por fin, POR FIN, mi valor y porqué no podía seguir conformándome con las migajas de amor de Zhenya.  ¿La realidad? Él sabía que yo aún lo amaba, y que haría cualquier cosa por estar con él. Hasta olvidarme de mi propio ser y estar de nuevo tan disponible, o más, para él. 

Ese día que me buscó, hablamos 4 horas. Dijo que me extrañaba mucho, que le tenía que explicar nuevamente mis razones para terminar el compromiso, yo solo debía esperar 6 meses para que las cosas se arreglasen y ya. Que él nunca me había comparado en la cama con B., que eso simplemente fue un tema del momento, compartir las experiencias: entonces...¿yo por qué quedé con un sinsabor, cuando yo tenía nombres propios de lo que había pasado? ¿Porqué decirme en mis narices "eso no pasó"...al menos como yo lo recordaba? 

Dijo que aún no era momento para besarnos. El domingo de esa semana, terminamos en un motel. Dijo que me había extrañado demasiado, y que ojalá nunca hubiese pasado la terminada que tuvimos. Cuando nos volvimos a besar, me dijo que nunca volviera a abandonarlo, porque su corazón no aguantaba más un dolor de esos: incluso, se podría morir...pues hace poco lo ví en la calle, y está vivo. No sirve la manipulación barata en mí ya. Yo también la lamenté, pero es porque no estábamos listos para lo que iba a pasar: en un principio estuvo de acuerdo, pero después su discurso cambió. Boy, what a ride I was about to go on...

Ahora, su frase preferida era decirme una y otra vez que antes si estaba dispuesto a casarse conmigo, a tener una vida conmigo: ahora, iba con pies de plomo y no estaba seguro de hacerlo. Antes quería hacer planes conmigo y estar a mi lado, supuestamente - ahora, yo iba a verlo seguido a la casa de su mamá. Y todos los planes externos le daban jartera. Antes, conoció a dos de mis amigas y a veces le hablaba a la gente de mí: ahora, al igual que antes, pedirle que me presentase a los amigos era un problema. Puede ser mecanismo de defensa y todo lo que quieras, pero en el fondo, yo ya sabía la verdad: yo no era real. La relación nunca fue real: solo un contentillo, un capricho, una chica para que no estuviese solo los viernes y sábados a la noche. 

Aquí debo hacer un paréntesis: un mes largo antes de volver con él, yo compré un apartamento cerca de la casa de mis padres. Nunca quise decirle la verdad del mismo a Zhenya de entrada, porque sabía de su relación tan complicada con el dinero, por la falta del mismo. Por la envidia que le genera que los demás lo tengan y él no. Por el éxito que supone tenerlo, porque se convierte en mi caso en un medio y no en una muralla. Por el hecho que el mismo se esfuma tan rápido de sus manos y lo usa en suplir los caprichos de una madre enferma, egoísta y narcisista. Porque quise protegerlo de la verdad: porque era lidiar con un niño, no con un hombre. 

Siempre le dije que estaba en arriendo y que después lo pagaría y sería mío. No tuve los pantalones para decirle "Si, es mío, y qué?". No quise herirlo. La madre supo que era mío desde antes: él también. Por los arreglos, por lo que estaba queriendo lograr ahí. Ella decía que yo manipularía a su hijito con el apartamento, a punta de sexo y de querer formar una familia. Ellos tenían unas peleas formidables, por lo tóxicas: ella le decía a él que su trabajo no valía ni mierda al director de una compañía que facturaba bien y que él debía dejar su trabajo para cuidarla a ella. Que nada en esa casa era de él, ni la comida de la nevera. Que lo único que estaba bien era lo que había hecho ella. Que ella no iba a sitios como tiendas y eso, porque se le pegaban las pulgas.

Y E., sentía que le debía todo: la vida, lo que había logrado gracias a ella. Ella le pidió que la acompañase a almorzar todos los días: él aún lo hace, creo. Se va caminando hasta la casa, comen juntos y se va de regreso a sus labores. A veces, cuando podíamos estar juntos en la hora del almuerzo, lo atendía como rey: cocinaba para él, o lo invitaba a comer, o le hacía el amor de forma tal que quedase lelo y feliz. Ella le pidió que no la dejase sola, y él accedió. Y con esas acciones, poco a poco entendí que yo no era prioridad para él. 

Un día, le escribí una carta a Zhenya y le dije que estaba buscando reparar las cicatrices que estaban presentes. Que jamás lo pondría a escoger entre su mamá y yo. Que me gustaría pasar más tiempo con él y que me diese mi lugar como su pareja ¿Su respuesta? Que las cicatrices quedaban siempre. Que si yo lo ponía a escoger entre las dos, él se iría con su mamá; no porque no me amase, sino porque con ella tenía un vínculo fuerte en temas de cultura y comprensión. Incluso, que se podían hablar sin palabras: como una pareja. DEBI HUIR. Y si le empezaba a pedir de más, él no tendría problema alguno en terminar la relación, porque ya éramos adultos y no tenía porque estar como una novia chicle encima de él. 

Nadie sabía que yo había regresado a sus brazos. Mis amigas estaban extrañadas de mis silencios. Mi familia no entendía porque me escapaba. Pero...eso si. Yo debía ir a hablar con la mamá. A explicar mi comportamiento. Debía poner la cara. Él jamás buscaría hablar con mi padre de lo que sucedió. Incluso se molestó con Ale e Ir, porque para él eran sus amigos y ni siquiera lo buscaron para saber él cómo estaba con todo esto. A Ir mi amada suegra no la bajó de bruja asquerosa, y de insolente. Yo, callada. 

Un detalle que me demostró que realmente E., no me amaba fue la relación con mi madre. Mamá aún lo recordaba un poquito, fruto de sus DOS visitas al hogar. Yo a veces salía devastada del hogar de mi madre, al verla frágil y pequeña y enferma. Cuando él me preguntaba como estábamos las dos, le decía mal: él solo me respondía que era una dura, que debía hacerlo y que me enviaba un abrazo y mucho apoyo. Siempre estaría sola. Siempre. Pero eso si, yo estaba tan pendiente de la suegris...aún cuando ella me miraba feo, cuando hacía jetas preguntando a dónde íbamos y para qué salíamos. Cuando ella podía hablar mierda de mi familia y de la suya propia. 

Yo le pedía a Zhenya que pasase más tiempo conmigo, en un espacio neutro. Siempre una negativa...es tu espacio. Es que tengo que planchar. Estoy ocupado. Tengo migraña. Mi mamá me pidió ayudarla en XXX. Eventualmente me quedo contigo. Le pedía estar conmigo y siempre había algo mejor que hacer. Incluso mi hermana me preguntó porque no podía él darme más: dijo que ambos teníamos vidas ocupadas y eso así no se podía no no no. 

Todo esto me estaba aburriendo. El decirme que quería formalizar las cosas entre los dos en diciembre, luego para salirme con la pregunta si yo realmente quería un hijo suyo o solo por tenerlo y dejar de estar en familia, y después que él no tendría plata en marzo para definir nuestra situación. A eso sumarle que las decisiones realmente cruciales caerían siempre en mis manos ¿Dónde vamos a vivir, Claudia? ¿Cómo vamos a criar al hijo que tengamos? ¿De qué vamos a vivir? me mostró que él no quería pensar en pareja: solo yo. Y si la cagaba yo, sería mi responsabilidad. 

Un día, me enfrentó con el tema del apartamento. Le medio confesé la verdad, pero ya era tarde. No me justifico ahora con mi mentira, porque eso además rompió la confianza que apenas se establecía de nuevo entre los dos. Y ya nos empezamos a alejar: yo veía que sus actitudes eran contradictorias. Estaba cansada además que me tenía como secreto a voces. Que nunca quería hacer planes o si los hacíamos, era cuestión de esperar. Que la gente me veía como una chica bien y él hacía jetas de desagrado. 

Tuvimos una pelea monumental una semana antes de terminar. En ella, le dije que me sentía frustrada y atascada con mi vida laboral. Me dijo que debía amarme más, que definiera a quien quería en mi vida y a quién no: que él ya me había hablado del tema hace un año y que ya estaba como disco rayado. Dejamos de hablar cinco días. Al quinto, me terminó. Por llamada de WhatsApp. 

¿Sus razones? Yo le había demostrado con mi silencio esos días que no queria tenerlo más como mi pareja. Que yo solo quería manipularlo y hacerlo sentir mal con mi silencio, y él ya no iba a tolerar eso. Que él si tuvo que trabajar, arreglar un tubo, ponerse la segunda dosis, escribir un poema...y si es que a mí me quedaba tan lejos el teclado para escribirle y saber cómo estaba. Que sus sentimientos jamás me importaban realmente. Yo le dije que no podía moverme, desde antes, y me dijo que no me creía nada. Que él era quien siempre me buscaba para tratar de arreglar las cosas, y yo lo dejaba solo. Que nunca me había importado su vida realmente ni lo que le gustaba hacer, mientras que él hizo todo para adaptarse a la mía. 

Que era una mentirosa por ocultarle la compra del bien, porque él no me iba a quitar nada y era una muestra que la relación estaba mediada por el dinero realmente y al no confiar en él con el tema de las capitulaciones, era prueba de que realmente no lo amaba. Era la mujer más manipuladora de todas, al igual que su madre y todas quienes lo rodeábamos: incluso, al decirme esto, le pregunté si era tan mala para él, por qué entonces estar conmigo...Tu siempre eres así, Claudia. Solo piensas en tí, sin considerar mis sentimientos. Cada salida era una humillación, porque estaba seguro que utilizaría todo eso para recriminarle más adelante...porque estaba seguro que así actuaría siempre. Que su mamá tenía razón en todo lo que dijo de mi: que yo solo buscaba manipularle para quedar embarazada, ser mamá y después echarlo a la calle. Y él me defendió. Tan lindo, gracias...

Yo era demasiado drama latino, y él no quería eso. Podía yo manipular a alguien menor, pero no a él, porque se las sabía todas. Se las sabe tanto, que le saben a mierda. 

Toda la culpa fue mía. Él sí quería estar conmigo y formar una familia y un futuro juntos, incluso por encima de quienes le decían que estar conmigo era un error y que no fuera imbécil. Pero para él, yo solita me encargué de destruirlo todo. Y por favor, que no cometiese una estupidez en redes y hablar mal de él, porque tendría que bloquearme y él realmente quería ser mi amigo, pero debía buscar ayuda porque el mierdero de mi cabeza no tenía nombre. No pude hacer nada para defenderme: él me pidió perdón y me perdonaba y ya está. Esa misma noche, eliminé a todos de mis redes, porque no quería tener a una mujer tan tóxica revisando mis redes y diciendo lo que hice o dejé de hacer. 

Unos días después, supe que dió dos razones para terminar conmigo: por ser mentirosa y ocultar la compra del bien, y porque no lo apoyé más con la guerra de Rusia. No quiere volver a saber más de la mocosa malcriada, porque eliminé a la mamá de mi face: ella estaba muy extrañada con mi comportamiento, porqué pensó que iba realmente a funcionar. Ahora se quedó triste, solo y sin empleo por un posible cierre de la empresa.

A veces pienso qué habría sido de mi vida casada con un hombre así. ¿Habría posibilidad real de cambio? ¿Una familia real? No. La respuesta de mi corazón y de mi mente siempre es la misma. Yo me conformé con alguien que nunca me iba a amar de verdad: me conformé, pensando que nadie nunca me amaría. Que era lo mejor que me podía haber pasado en la vida. Y lo fue, porque los momentos lindos fueron brillantes-pero la realidad de las cosas me demostró que la belleza se va, y el dolor persiste infinito. 

No puedo odiar a quien amé. Solo puedo desear lo mejor para su camino. Rezar para que exista un cambio, porque todos merecemos ser felices: aunque no sea conmigo. 

Adiós, E.A.Z. 

Like Clockwork, 2.5

 La historia anterior llegará a su final muy pronto. Iba a escribir ésto ayer, pero algo llamado sueño y una cita el sábado y el cansancio me llegaron: ayer habría celebrado mi primer año de casada, y a veces aún me pregunto qué vida tendría yo, atando mi destino y mis días a una persona que me había demostrado que no quería realmente estar a mi lado. 

Que al no ser lo que él esperaba que fuese, no era suficiente para él: decía E., que él era muy exigente para las parejas, y que si yo no era lo suficientemente linda, o inteligente, o lo que fuese, él no tendría porqué estar conmigo. Qué manera de invalidar tienes, Zhenya...que poco hombre fuiste. 

De nuevo, ésta es mi versión de los hechos. Si alguien quiere la de él, búsquenlo. Ya no hacemos parte de la vida del otro, y no tiene porqué importarme lo que él piensa: si soy una loca mentirosa o no, si soy una mocosa malcriada o no. Ya entendí, por fín, que el hombre con el que me iba a casar y a tener hijos, nunca me amó en realidad. Que siempre siempre sería la loca de mierda que lo rompió todo: no la reina, no el amor de la vida. 

¿Cómo terminó todo esto?

Quedamos en que E., me terminó por haber bajado una página. Por poner mis límites por encima de sus deseos y órdenes, así haya sido al final de las cosas. Yo estaba destruida, y él quería seguir siendo mi amigo. ¿Para qué? ¿Para qué ser mi amigo, si me trataba de hablar y de "guiar" por la senda del bien, dándome consejos y queriendo mantener ese canal de conversación abierto...para qué? ¿Para qué ser mi amigo, si era el hombre que amaba y que se supone me amaba a mi? Yo no quise saber más de él por un tiempo, porque sabía en el fondo que usar a la persona que acaba de romperte el corazón para sanarlo no es sano. Alejo e I., también lo entendieron bien, y cortamos todo contacto con él y su mamá. Aún él a veces veía mis stories en Instagram y le daba algún like a mis entradas del Facebook, pero no hacía más. 

Yo empecé a ir a terapia y a entender que actué desde la emoción, no desde la razón. Que fui, fuimos, infantiles. Que ninguno de los dos estaba listo para un compromiso tan serio como el matrimonio, ya que no existía un divorcio real de nuestros respectivos padres: hemos sido amantes, y hemos adquirido roles que no nos han correspondido. Por ello es tan complicado tener una pareja estable en ambos casos. Entendí que había sido princesa dentro de una torre: de una torre familiar, donde los demás siempre me han controlado y dicho qué hacer y qué no. Y con el matrimonio y la convivencia como me la ponía E., estaría entrando a otra torre familiar, donde me dirían qué hacer y qué no, de la casa de papá a la casa de papá. Dos personas que están unidas por un vínculo de sangre y de tiempo que yo nunca iba a poder romper: así quisiera, no había forma de romper esos lazos que unen. Yo sería siempre la enemiga. La que destruía familias y hogares. La de costumbres diferentes. Rebelde: que fuma y toma y tiene tatuajes y siempre fue transgresora y que quería una familia y un hogar, pero no bajo esas condiciones. 

Empecé a entender mi forma de amar, de mis vacíos y de cómo me había relacionado con el otro, que también tenía vacíos y carencias. A los dos nos faltaba sanar los demonios de la infancia y de relaciones pasadas: es un trabajo que tomará mucho tiempo en mi caso. ¿En el de E.? Para él, todo está bien porque ya le entregó su vida al de arriba, y él siente que en las relaciones siempre ha hecho las cosas bien: siempre las demás somos las que tenemos algún video en la cabeza. Cuando terminamos la primera vez, solo se limitó a decirme que sentía que lo había hecho todo bien, y que si me había ofendido en algo que me dijo, pues me perdonaba y que yo lo perdonase a él, y ya está. No, grandísimo animal: no está. 

Así pasaron cuatro meses. Cuatro meses en los que lloré, estuve triste y feliz, y pensando en viajes y en proyectos y en mi vida. Cuatro meses en los que besé a un hombre diferente a Zhenya y traté de acostarme con él y no pude. Cuatro meses en los que sentía por momentos que no tenía vida si no era al lado de él. 

Un día, mi amiga S. me envió un post después de contarle sobre lo que había sucedido. Ella se está divorciando del padre de su hijo, y la imagen decía algo como "Ganas no me faltan de salir corriendo a buscarte, pero no sé si realmente te hago falta". Me fuí a dormir, tranquilita. Al día siguiente, vi un poema de los suyos: decía que se despedía del amor, que preferiría no haberme conocido para no tener este dolor, que me perdonaba y que se perdonaba y que ya la Razón le decía que no podía esperar más. Yo me emputé, y quería responderle: no podía creer lo que estaba leyendo. En retrospectiva, fue una trampa de su parte: yo terminé por buscarlo. Yo cedí y fuí corriendo a él. Si hasta él mismo me lo dijo: de no haber sido por esa imagen en el facebook, él no habría movido un dedo por buscarme. Habría dejado las cosas así, y que la vida siguiese para cada uno de los dos. También tiene que ver que su orgullo no lo iba a hacer ceder porque yo fui la mala del paseo. Yo fui quien acabó las cosas unos meses atrás: él fue la pobre vístima del destino y de una mujer perversa y calculadora y triste y confundida como yo. 

Yo, con la ayuda de la doctora Cl., le escribí una carta. Le pedía perdón, y le decía que la sonrisa más dulce del mundo era la suya. Que me gustaría hablarle y tratar de cerrar las cosas, tal vez ser amigos. Al día siguiente él me respondió y si, estaba de acuerdo: que si ya estaba yo lista para hablar, le parecía muy bien. Imbécil. Ninguno de los dos estaba listo para hablar: yo si quería intentarlo, por amor. Pero él por orgullo, nada. 

Hablamos el día antes de mi viaje a Medellín. No nos dijimos nada realmente- de sus perritos, de la artritis de la mamá y de los temas en el trabajo. Que él ya me había dicho una y otra vez mis temas del amor propio y de la falta de trabajo estable, de buscar algo que me hiciese feliz. Que me veía bien, pero que un poco más gordita. Le dije que me iba a Medellín y me preguntó a qué, que estaba buscando aventuras para mi rabo, que estaba loca. Al final, nos despedimos y me dijo que el futuro no estaba escrito. Que era un área gris. 

Me fui de viaje y todo el tiempo me escribía, me preguntaba cómo estaba. Que muy linda Caperucita, que cuidado con los lobos paisas. Al volver, me dijo que si nos vacunábamos juntos: yo tenía gripa, y en el centro de salud me dijeron que suertes. A él si lo vacunaron y a mi me tocó ver el display de poderío macho porque alguien se le coló en la fila. Yei. Nos fuimos a comer un helado y me tuvo ahí 4 horas: nos reímos como viejos amigos, y en ese momento supe que era mejor seguir así, de amigos. No una pareja que me iba a terminar de consumir, especialmente después de lo que pasó más adelante...

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