miércoles, 29 de abril de 2015

Avisos Parroquiales. Church News.

A la fecha, llevo 13 meses sin acostarme con ningún hombre. En diciembre fue mi último orgasmo y mi último beso.
No es un servicio social. Son solamente números que recordé.

***

To date, I have not slept with a man for the past 13 months. December was the last time I kissed someone, and my last orgasm.
This is not a social service. This is just a number in my head.

martes, 28 de abril de 2015

Tus Regalos

Para A, C, H, J y todos los demás

Todavía guardo la cadena que me diste mientras me decías que ya no me querías.

La postal que me escribiste años después, afirmando que me amabas cuando vivías con otra al mismo tiempo.

Además de la carta donde me explicabas porqué no querías volver a verme o sentir mis besos, alabando mi energía y pidiendo perdón a la vez.

Y el correo donde diste por terminado todo, echándome a mí la culpa de tu falta de pantalones.

Junto con el mensaje de texto que no pude borrar después de una noche de charla larga y gemidos compartidos.

Mas las fotos que vuelvo a ver ocasionalmente, pero que no consiguen hacerme recordar el color de tus ojos o el sabor de tu boca.

Las conversaciones eternas en el parque. Lo que no se pudo entender. Las fotos que me tomaste sin ropa y el dibujo que vendiste en Hamburgo o Tel-Aviv.

Cada libro que leímos y que olía al perfume que se quedó pegado en mi cuerpo.

Esas miradas cómplices a puerta cerrada, justificadas en una consulta médica o un dolor agudo en el hígado.

Promesas que creí una y mil veces, cegada por mi desamor y los orgasmos que desencadenaban tus dedos.

High Flying Birds. L5-S1.. Granada y sus 4 horas para tratar de acortar distancias.

El adorno chino que cuelga sobre mis muletas, inútil al evitar conjurar mi buena fortuna.

La pistola que guardas entre las camisas y que me mostraste cómo disparar mientras me quitaste las gafas para besarme mejor.

Una declaración de deseo en otro idioma. Webcams. Greenwich Time +5. El gemido que soltaste cuando te besé la última vez.

Tu tetilla perforada, que se estiró cuando te la mordí mientras me quitabas la ropa. Ni te quejaste.

Los ojos que me seguían al darme placer frente a un espejo. Agua que fue más que la luz.

El bar que nos acunó. La cama de tu hermana menor. El brillo en mis ojos por felicidad después de tu ataque de celos bien sentidos.

Las mentiras que te dije al prometerte fidelidad. Las mentiras que me dijiste al jurar que me querías.

Gallina en árabe. Palazzo Medici. 16 hojas de conversaciones. Wifey. La Autopista Norte. El puño que quedó marcado en tu puerta. Gritos incesantes y voces en la cabeza.

Son míos ahora. No te los devuelvo.

domingo, 26 de abril de 2015

Mujer, casos de la vida real. 2.

I did say this would go up next week. Technically, this is next week, so...

Another short story, also real and also told from my point of view. First read at the Spring Ball, Studio189. London, 2015.

****

Anatomy Lesson

A while ago, I had to go back to my doctor for a routine check-up on my hip. D is an older man –around 55-, but you can only tell that by his hair. He’s a lean man, with dark eyebrows, slightly tanned and endowed with pouty lips, just enough to distract you when you hear his diagnosis. Just full enough to give me an orgasm when he’s sucking on my clit.

D is also an amazing lover, who knows what I like in bed and whom, for reasons I don’t know, is dying to introduce me into anal sex. That’s what I remember from last time, when we were in the shower and he bent me over, one hand on my breasts and the other gently probing my anus, splitting his mouth between kissing my inner thighs and licking my vulva. I could barely breathe then, my groans and pleas drowning with the running water. I can barely even breathe now, as I’m sitting across his desk, waiting for my check-up and remembering.

That’s when I also notice something else: I haven’t had lunch yet. It’s close to 5 p.m. now. I’m weighing my options: a burger, some sushi. I’m feeling ravenous: not just for him, but for food as well.

We make idle chitchat as we stare into each other’s face. We know that, if we had the time, we would be all over each other in his office, as we were barely a fortnight ago. Fortunately it was Saturday, so there weren’t a load of tenants who wondered whose were the screams and moans coming from the fifth floor.

After about 10 minutes of tension, he tells me to undress as much as I can so he can see what’s the problem. As if I had to explain the wetness in my walls, the throbbing heartbeat I can’t quiet or the way I keep looking at him while I take off my trousers.

The bulge on his suit explains enough to me. He barely examines my hip, poking and prodding my bones then goes on to more pressing matters. My breasts fall into his mouth, and I have to remember to keep it quiet: the doctor has more patients waiting outside.

He refuses to use his lips on my vulva and instead asks me to give him a blowjob. Apparently, he can’t smell of cunt while seeing people. I don’t care, and I do as he tells me. I’m still hungry.

I’m trying to think about what I can eat around his practice before heading home. Maybe coffee and a pastry would be good.

Funny that I can only think of sweet things, as his dick is so salty. I feel like sucking on a pop filled with salt. But it’s also sweet at the end. Juicy and ripe: it’s like the sea, swirling on my lips.

He asks me to open my eyes and look at him while I’m giving him head. He says my eyes remind me of the sea of his childhood and he grabs my hair, pushing me harder against him so that I can give him more pleasure and moaning softly.
I lock my lips tightly onto him and push my head faster. He closes his eyes and opens his lips but no sound comes out: something else does. Very unexpectedly, he comes inside my mouth. It’s salty, sticky and has the faintest sweetness to it. It’s warm, like the coffee I planned on drinking. And it fills me up. I’m not hungry anymore.

He just says sorry. Says he couldn’t help himself and that I have gotten much better at giving him head. He writes down a prescription for some pills and tells me to lose weight, as that could be the issue.

There are no more exchanges. I finish putting on my socks and shoes and leave, thanking the receptionist and paying on my way out. Nobody notices the impish grin I have on my face, silently celebrating a job well done.

I don’t have coffee-instead, I pop into an Internet café and read about the components of semen. One of these elements is fructose, as well as some proteins and other minerals.

No wonder D asked me to give him a blowjob. He saw the hunger in my eyes and decided to satisfy what he could then and there. As he couldn’t give me what I wanted, he gave me what I needed: sustenance. He knows more about the human body than I do.

He should know. After all, he is my doctor.

viernes, 24 de abril de 2015

Mujer, casos de la vida real. 1

Un cuento que escribí hace un ratazo sobre algo que pasó cuando me las quise dar de viva por Amsterdam.

La próxima semana, otro cuento.

**********************

Una voyerista menos.

La fascinación de ver y ser vista mientras estaba a solas con alguien se terminó cuando regresé a Ámsterdam el año pasado.

Mi amiga M es holandesa, vive en La Haya y trabaja en Ámsterdam desde hace un año, casi el mismo tiempo que no la veía. Una noche, después de cenar cerca de su trabajo, me hizo una propuesta mientras compartíamos un cigarrillo y pensábamos dirigirnos de regreso a su casa:
-¿Alguna vez has ido a un show de sexo en vivo? ¿Quieres ir?

Una de mis partes favoritas cuando voy a la cama con alguien nuevo (o que ya tiene más de una marquita encima en la cabecera) es el hecho de ver y ser vista. De ser vista con detenimiento cuando me quito la ropa o cuando ese alguien más me ayuda. De la mirada cómplice de un hombre cuando me deslizo entre sus piernas con mi boca y con mi propia mirada, seguir el rastro del hombre que se aventura entre las mías. Me parece delicioso el gesto de contención de un hombre cuando ya no puede resistir el orgasmo, y puedo quedarme absorta en la contemplación de ese momento tan delicado.

Pero todo esto corresponde a la esfera privada: solo hay dos personas que se observan mutuamente durante el juego y la entrega de cada uno. No hay terceros que me hayan observado, así que la idea de ser un espectador en ese momento me sedujo. Acepté la propuesta de M.

Juntas empezamos a buscar un local que cumpliera nuestros tres objetivos: bueno, bonito y barato. Y Ámsterdam, al basar parte de su encanto turístico en el sexo, no estaba dispuesta a escatimar en cobros.

Después de unos veinte minutos de buscar y de renegar frente a algunos locales por el precio, encontramos un local pequeño en el corazón del Distrito Rojo. Un local oscuro frente al rio que decía “PEEP SHOW – 2 EURO!”. Después de una breve consulta, apagamos nuestros cigarrillos y entramos al local. M le explicó en holandés al hombre que controlaba el lugar que era la primera vez que hacíamos esto, y que ninguna quería entrar a un cubículo sola. Unos minutos más tarde, entramos a una cabina y colocamos la moneda de dos Euros que nos daría derecho a ver y ser vistas por dos minutos.

No hay mucho misterio en el sistema holandés: un cuarto circular, rodeado por diez cubículos, lo suficientemente grandes para permitirle la entrada a un hombre (o en nuestro caso, dos chicas). Las ventanas son transparentes, así que quien se encuentra en el centro de la acción puede ver a sus espectadores y viceversa. Adicionalmente, el cliente puede colocar cuantas monedas quiera y quedarse horas enteras viendo a una pareja hacer maromas y penetrarse por cuanto agujero les sea posible.

El telón se corrió, dando inicio a nuestra función ya no tan privada. La cama del cuarto estaba forrada en cuero café, y tenía claros indicios de cortes profundos con un puñal. Encima de ella, un hombre y una mujer: ambos de edad indefinida, pero posiblemente cerca de los cuarenta y cuyos rasgos delataban su procedencia de algún país de Europa oriental. Él, con coleta de caballo, tatuajes y cara de pocos amigos. Ella, también tatuada y seguramente drogada hasta el cansancio.

Lo que estábamos viendo no era sexo, ni maromas. No era más que una función premeditada y hasta inducida por las drogas. Si, había penetración, y chupeteo mutuo, y alguna que otra mueca de satisfacción. Pero también había asco y estupefacción flotando en el ambiente, sensaciones que se colaron entre mi amiga y yo. El hombre que actuaba mientras penetraba a la mujer nos miraba, y con cada giro de la cama, fijaba su vista en nosotras dos, presas de nuestro propio impulso.

No podíamos dejar de ver, y no podíamos salir de ahí.
-Esto es asqueroso, decía M.
-¿Podemos irnos ya? Mírala, quien sabe cuanto tiempo lleva drogada.

De repente, un telón se cerró. Antes de eso, había visto la mano de un hombre colocar un montón de papel higiénico en el borde de la ventana. Estaba lista para devolver todo lo que había visto. M y yo nos acercamos a la puerta y la abrimos con las mangas de la chaqueta.

Salimos sin dar las gracias y prendimos dos cigarrillos. Mientras me contenía para no vomitar, aparecieron de la nada tres chicas norteamericanas. Lindas, delgadas, con un brillo inocente en los ojos y cara de recién graduadas de la universidad.

Una de ellas le preguntó a M que tal era el lugar del que acabábamos de salir. Dijeron que nunca habían hecho algo así, y querían probar nuevas sensaciones. Era su viaje de graduación y querían ponerle broche de oro a su salida de la noche.

M me miró y las miró a ellas. Empezó a decirles que no entraran, que quedarían traumatizadas. Pero después les dijo,
-Entren, y vean por ustedes mismas.

Apagamos los cigarrillos y caminamos hasta la estación de trenes, mientras nos pedíamos excusas mutuamente y jurábamos que nunca nadie nos volvería a tocar.

Yo, por mi parte, solamente volví a verme al espejo mientras estaba con un hombre hasta el mes pasado y volví a buscar una mirada cómplice en sus ojos. Pero ya no es lo mismo. El hombre con cara de pocos amigos me mira de vez en cuando, y para evitarlo, prefiero apagar la luz.

jueves, 23 de abril de 2015

Sesenta.

Hoy completé mis primeras sesenta terapias. Tres meses de rutinas, de ires y venires. De desesperarme y de no saber si existe un futuro donde vuelva a ser todo como antes. ¿Antes? ¿Acaso hay un antes para la vida que se llevaba, y la vida que se tiene después de un evento tan desgarrador?
En estos meses, he tenido la fortuna de perder a personas que no me aportaban nada en absoluto. Tuve la suerte de encontrar (nuevas) y de volver a encontrar (viejas) gente cuya presencia me significa dejar malas energías atrás y empezar casi que de ceros. Sin importar su ubicación geográfica o en el tiempo, han permanecido conmigo. Namaste.

Perdí el tiempo que creía asegurado. Perdí mi tiempo, mi cuerpo, mi deseo. A pesar de todo, la Naturaleza es sabia: Kundalini ha regresado, y todo el tiempo que se creía perdido ha regresado-aunque no de la forma en que lo esperaba.

Solamente a mí me pertenece decidir lo que se deba hacer con el tiempo que se nos ha regalado.


domingo, 12 de abril de 2015

Tres.

Mañana cumplo 3 meses de la cirugía. Queda uno para empezar a apoyar (más lo que me demore para quitar las muletas).

Avances: cumplí el mes ENTERO sin pasar por una regadera, aunque hoy me bañé. ¿La verdad? Ni me importó estar tan mugrienta. Tinder me ha dado algunas sorpresas bien interesantes, que planeo resolver apenas me vuelva a poner en pié. El deseo que había estado medio dormido empezó a despertarse.

Tengo muchos problemas sin resolver con mamá, pero quiero que ella sea mi mamá y yo su hija. No al contrario-tal vez esto es lo que ha sido más difícil de enfrentar, justo cuando la dependencia se hace más fuerte.

No le pienso volver a hablar a muchas personas después de que me pare. La decepción ha sido una constante en todo este proceso, pero me ha ayudado a ver quienes están realmente ahí para uno: yo entiendo que la gente tenga bolllos muy difíciles de resolver, pero en el estado en el que me encuentro ahora, no es tan fácil ayudar a quien no está cerca de uno.

Creo que no voy a parar mucho en casa después de volverme a poner en pié. ¡Por lo menos, una semana!

Espere: las cosas que quiero volver a hacer cuando me pare.

lunes, 6 de abril de 2015

Field Song, Mark Lanegan.

See the water, it's mixed with light
For you-I've been shaken
Regarding the fields
Humbly mistaken.

domingo, 5 de abril de 2015

Distorted Angels

Otra de las cosas que me ha producido la quietud en exceso es una distorsión de mí misma. Sé que he perdido peso (no sé exactamente cuanto) y que hay cosas que me están ya quedando grandes pero no sé a ciencia cierta ni cuanto peso se ha ido ni qué cosas me quedan bien.
Ni importa, porque en estos momentos siento que estoy tan ancha como una ballena. Me niego a usar ropa que no sea dos o tres tallas más grande porque asumo que no me va a quedar: para la prueba, compré por la Interné unos jeans para hombre, talla 44. Tengo que arremangarlos dos veces y ponerme un cinturón para que me apriete pero aun así siento que debo hacer un esfuerzo para que me entren como es debido.
¿Qué me está pasando? ¿En que momento dejar de verse en el espejo termina por convertirse en una distorsión tan extrema de lo que uno era, o creía que era?

***
Another thing that has been a result of my current condition is a distortion of my self image. I know I've lost weight (no idea how much exactly) and there are things that feel looser on me, but I don't really know how much weight is gone nor what things actually will fit me.
TBH, I could care less, as I think that now I am so wide and fat as a whale. I refuse to wear things that aren't 2 to 3 sizes bigger than me as I assume it will not fit properly: for example, I bought some jeans for man, size 44. I have to fold them so that they won't catch the floor and put a belt on them but I still feel I need to make a huge effort so that they can rise and sit on my hips.
What is wrong with me? When does stop seeing your own body in the mirror become such an extreme distortion of what you were or thought you used to be?

viernes, 3 de abril de 2015

Personal Hygiene can drop dead.

In the past three months, I've taken less than 10 showers. I've worn the same clothes for more than 2 weeks straight. I haven't shaved my body hair more than 4 times in the same span of time.
My hair has been so greasy I could fry a dozen eggs on it.
I've forgotten what it feels like to be clean. I don't mind stinking.
Today I changed my panties for the first time in 4 days. 4 days ago, I was on my period.
The ideal state of mind? Mind you, I'm now officially crazy.

***

En los últimos tres meses, me he duchado menos de 10 veces. He usado la misma ropa por más de dos semanas seguidas. No me he afeitado el pelo de mi cuerpo más de 4 veces en la misma cantidad de tiempo que ha pasado desde la cirugía.
El pelo se me ha engrasado de tal forma que se podría fritar una docena de huevos sobre él.
Se me ha olvidado lo que se siente estar limpia. Ya no me importa mi propio olor.
Hoy me cambié los interiores por primera vez en 4 días. Hace 4 días tenía el período.
Estado de mente perfecto? Oficialmente, ya estoy loca.

jueves, 2 de abril de 2015

Things to make and do, 1.

Originalmente, este post iba a ser sobre las cosas que quiero hacer cuando me recupere, pero después de ver el post de mi amigo Juan sobre las cosas que a él le gustan, me pareció una idea buena y robable. Por lo menos, era mejor que la mía.

No sé cuantas listas de este tipo vaya a hacer, pero siempre se debe empezar por algo. Va una (y en Inglish, para los amigos anglogarlantes).

El sonido de la lluvia cuando uno está entre las cobijas, el olor a pan recién hecho, sal, bailar, brisa de mar, Nara, Fahrenheit, Interpol, audífonos para encerrar el silencio, el calor que se siente justo antes de un orgasmo y que va subiendo, maquillaje, caminar sin ser vista.

Siguiente post: Las cosas que extraño hacer.
***

Originally, this post was supposed to be about the things I want to do when I get better, but after seeing my friend Juan's post, about the things he likes, I thought it was a good and borrowable idea. At least, it was better than mine.

I don't know how many of these I'll do, but you gotta start somewhere.

The sound of rain when you're in bed, the smell of fresh bread, salt, dancing, the breeze next to the sea, Nara, Fahrenheit, Interpol, headphones to embrace silence, the heat rising just before an orgasm, makeup, walking and being invisible at it.

Next list: The things I miss doing.