viernes, 20 de febrero de 2015

NBI*

Todavía me quedan dos meses de recuperación por delante, así que hay cosas que no puedo hacer aún: bañarme sola, pararme, caminar sin apoyo, hacer ejercicio, entre otras. Entre las "otras" que no puedo hacer se incluye (aunque el médico nunca va a hacerlo de forma explícita) salir con alguien y llegar a la cama del mismo.

Realmente, no había tenido problema con esa limitación: por la rodilla -a la que no le puedo colocar peso o hacer movimientos bruscos con ella-, se me acabo la vida sexual hasta que la vuelva a usar. A la rodilla, claro. Y no me había hecho falta...desde la última vez que tire con alguien (hace más de un año), pasando por la última vez que tuve algo de acción (principios de diciembre), mi cuerpo no se había manifestado en ningún momento salvo para las necesidades básicas satisfechas: comer, dormir, etc.

Hace dos días, la terapista me puso a hacer un ejercicio para estirar mi pierna mejor y evitar calambres. Hasta ahí, todo normal en medio de la anormalidad que implica el no caminar. Lo que yo no sospechaba y asumo que ella tampoco, es que el ejercicio me iba a producir el mismo corrientazo que siento cuando empiezo a tener un orgasmo. Seguí haciendo el ejercicio sin importar que me fuera sintiendo cada vez más estimulada y húmeda. Desde entonces, el deseo que había sido tan útil por ser inexistente resultó siendo una carga más para mí.

Se supone que el cuerpo es sabio: en teoría, yo no sentiría ganas de revolcarme en la cama de un hombre así fuera Tom Hiddleston el que me rogara de rodillas penetrarme porque la pérdida de ciertas funciones motoras -sumado a la apatía por sentirme sucia y fea, los brotes en la cara, el desarreglo en mi ciclo menstrual, la depresión y la pérdida de peso- me habrían quitado la posibilidad de desenvolverme libremente en algo que se me daba bastante bien. Pero no.

Resulta que mi cuerpo es mañoso, rebelde e impredecible (como la dueña). Resulta que a él no se le pueden pedir límites o reglas a seguir y que él no entiende de razones. Paradójicamente, en estos momentos en los que mi deseo me ataca sin avisar es cuando no tengo a quien acudir para que me ayude a liberarlo porque escogí no tener a nadie precisamente porque me aburrí de comer en los mismos restaurantes.

Mi deseo es como una ola: va y viene, comandado únicamente por su propia voluntad y sin pedir permiso a nadie. Justamente creo que esta característica es lo que hace que mi decisión de no tener a nadie ahora sea sensata: mi deseo no pide permiso para aparecer, y así debería ser con el o los hombres que escoja como compañía. Al no tener que preguntar si me desean o no, si hay tiempo o si las cosas están bien para aquello, el deseo se hace más fuerte y más dulce en su espera. Se hace más claro y más selectivo-ya no se canjea por algo que ya se ha tenido antes y que tal vez no fue bueno.

La ola va y viene, al igual que la rebeldía de la dueña. Pero el deseo es lo único sabio en esta ecuación: él sabrá esperar hasta que llegue el momento de llegar a buen puerto.

*NBI = Necesidades Básicas Insatisfechas. Corresponde a las necesidades de tipo sexual que salvo en contados casos (menos del 1%) no se han llenado satisfactoriamente. Dícese un mal polvo, una mala chupada, besos chimbos y/o eyaculación precoz.


viernes, 13 de febrero de 2015

Uno menos.

Hoy cumplo un mes exacto desde la operación. Quedan cuatro.

Esta pesadilla no se la deseo a nadie, y espero despertar pronto. Hay mucho que va a cambiar cuando me vuelva a parar sin tener que usar sustitutos para mis piernas.

Seguimos conectados.