lunes, 22 de marzo de 2010

Paredes sólidas, como montañas

Me encuentro frente a una resistencia que no me deja avanzar, que no me deja crecer como quisiera. Viene tanto de adentro como de afuera, y no puede colocarsele una sola marca, tiene muchas. Son muchos quienes la componen, pero solo hay una persona quien es realmente responsable por ella. Yo.

Es mi propia pared, sólida como una montaña, la que me ha frenado por mucho tiempo. Soy yo quien ha escogido responder de una forma a las críticas y a lo que estas implican para mi. ¿Porqué no he podido proyectarme con lo que yo quiero ser? ¿Porqué siempre termino haciendo lo que los demás quieren que sea? Yo estudie algo que me hacía sentirme plena, felíz con lo que estaba haciendo. Ahora trabajo en algo que si bien me dió de comer por tanto tiempo, no me va a llenar de la misma forma que lo que si lo hacia lo otro. ¿Cúal es el sentido de negar lo que soy? Debería estar orgullosa de lo que he hecho, y de lo que me nace hacer. Pero no.

A punta de ver que lo que hago no es producto físico, que no se puede materializar en algo que no sea texto, que no produce la cantidad de ganancias que otro producto si podría, y que es, en suma, algo que simplemente no vale por el hecho de no pertenecer al mundo real y práctico, deje de soñar. Deje de creer en lo que hago, y me volví crítica al extremo de lo que hago. De lo que pienso. De lo que también me hace ser como soy.
Después vino lo que reflejo. Al no poder usar la formación o el talento que tengo, me cerré. Deje de ponerme bonita (igual, no lo soy, por eso digo "ponerme"), de explorar más lo que tengo, negarse como mujer y darle prioridad a una parte productora. De caer en relaciones autodestructivas, dañinas, que no viven sino solo en el secreto. De saber lo que es un orgasmo 7 años después de empezar a conocer a otros.
Y viene después lo que dejo que hagan conmigo los que me rodean. Permito que me traten como a una tonta, como a una niñita que todavía necesita que la lleven de la manito para poder seguir su camino. Lo permití y me arrepiento de haberlo hecho. Permití que se jugara con mi vida como se juega con un destino que no pertenece: irresponsablemente, porque no le pertenece de verdad a quien lo cedió. Quiero permitirme otra oportunidad conmigo. Quiero volver a estudiar, así sea un cursito, de algo que realmente sea lo que quiero hacer. Quiero sentirme cómoda con mi propia piel y con lo que tengo, sin importar si es realmente un modelo o no. Quiero ponerme bonita sin esperar juicios de los demás, y mucho menos su aprobación. Quiero volver a trabajar en un lugar donde pueda soltarme como lo que entrene para hacer. Quiero escribir otra vez, pero de verdad.

Tengo mucho miedo de mi propia naturaleza, de saber que las fallas son inevitables. De tener la consciencia que me puedo matar intentándolo. De no poder triunfar, y quedar a merced de quienes me usaron como juguete. De caer en relaciones como estertores.
Pero de nada me sirve tener miedo, si no intento saber que hay más allá. Si no tomo mi destino, y juego con él, persiguiéndolo como a un perro. Soy consciente que necesito ayuda, pero también tengo orgullo que me detiene si lo hago. Quiero, entonces, pedir ayuda a ustdes, a quienes me leen.

¿Qué necesito hacer para dejar de tener miedo y actuar? ¿Cómo me empodero de mi vida?

Paredes sólidas, como montañas. Dinamita, agua, puentes, túnel. Puerta que se abre, puerta que se cierra. Me comunico al mundo a través de las puertas.

Ghost Writers

These are thoughts not original of me. Walt Withman.

How can there be any originality in a word? How can I be certain that what I write or what I say has not been said before in another time, a far off place, in another language? There is no virgin text whatsoever: no idea has been formed out of nowhere; there always is somewhere, some production point, some creative gesture. I am not original in what I write: I know and am aware that I lost that battle.
And yet, the people who follow me in what I have written and continue to write know my traits: they know what I can express in a sentence, what I have been able to do with a feeling, a verbalization. My writing is like my blood, as it cannot be taken for another's.
I have not yet become a steady writer, nor do I have a fan base big enough to call myself one. I write what I can, and have lent my voice to others when necessary. I too am a ghost writer, as sometimes I mask myself in my own writing, and confuse people...at the end of the day, who is the person that writes with anger, or passion, frustration, rage? I am. We all are.
There is no stable version of myself. I can change how I want to when I write. I can be naive, or temperamental, sensual, ingenuée; now all I need is to reflect that exact same state of mind when I leave this page, when I drop a pen. I need to empower myself with my own self, with who I am.
-----------------------------------------------------------------------

¿How do you stop being a girl in front of everyone's eyes? ¿How do you become a woman on your own terms?

¿Cómo se pasa de niña a mujer para todos? ¿Cómo te vuelves mujer bajo tus propios términos?

Ghost Writers

viernes, 19 de marzo de 2010

Stickiness

I have a way with words, people tell me. Sometimes, thanks to what I write, others can pin down an emotion that was lost and forgotten somewhere between knowing it for what it was and deliberately forgetting it because of what it was. I can be a ghost writer if I have to: come to think of it, I have been one for most of my life. I write about what others feel, what others live through.

domingo, 14 de marzo de 2010

Segundos platos no saben bien

Imaginemos por un momento que están en un restaurante. Sirven primero un plato de ensalada, o un antipasto, incomible. Por lo grande. Ya no queremos más de lo que nos den, pero ojo: ahí viene el plato fuerte, plat du jour, el que era. Ahora si listos a comer, ¿no? No. Realmente no podemos ni verle la cara al plato. Ese primer palto nos mató, y de paso mató al otro plato porque era justo lo que necesitabamos en ese momento: solo necesitabamos de un plato, y ya podemos, con toda tranquilidad, pedir que nos empaquen lo que sobró y llevarlo a la casa.
¿Por qué hice esta comparación? Porque es así como me he sentido muchas veces, como el segundo plato de alguien que ya tuvo suficiente, y si fue a comer más al restaurante, fue de fisica gula.
Con Camilo, por ejemplo, fui el primer plato...hasta que tuve alguien como competencia que no le lanzó alverjitas por algún tenedorazo mal puesto. Pase a ser plato de segunda mesa, y luego se trató que fuese nuevamente un plato...pero de tercera mesa. Como un postre. Pero no es el postre que se comería con la satisfacción de una buena comida, sino con la amargura de hacerlo porque de lo contrario es algo que irá a la basura, algo que no podemos recuperar jamás, ni siquiera como un momento.
Con Charlie fue algo similar: soy un plato de segunda mesa, porque hay platos de primera que no podrán ser enfriados ni por el tiempo, ni por la distancia. Y en estos casos, es mejor ser considerado como lo que se es: un merengón. No por lo crocante, sino por lo liviano, porque no va a dejar huella alguna salvo la que se limpia con una servilleta, o las manos.
Con muchos otros me he sentido merengón, y quisiera saber porque. ¿Qué es lo que me falta para pasar a ocupar la mesa que necesito, y que posiblemente me merezco? J. me dice que soy muy buena como para pensar en ser un plato de segunda. Que soy hermosa y especial. Pero nunca lo he sentido así, y creo que tampoco lo he reflejado lo suficiente.

¿Qué creen ustedes que me hace falta para dejar de ser merengón, y volverme la ensalada que llena siempre que se le tiene al frente, y no necesita sustitutos?

lunes, 1 de marzo de 2010

Naturaleza que no permite

Después de lo que pasó con Camilo (decidí usar nombres propios, más no apellidos: se puede disfrazar solamente hasta cierto punto), no quiero volver a pensar en él, en los daños que yo misma permití que se me hicieran. ¿Desde cuando pude dejar que alguien que no sabe lo que quiere me escoja de plato de segunda mesa? No. Eso también incluye a Jaime, a David, a uno y otro que me uso, pero a quienes yo también usé. César me dice que no tengo casi carácter. ¿Cómo exigir lo que no se tiene? No. No permitiré que me sigan juzgando así, porque no es posible que quien no tiene la certeza suficiente para vivir una vida deba meterse en las demás.
Desde que empecé la terapia, las cosas me parecen cada vez más comunes, menos eteréas algunas y más prescindibles otras. Me he puesto a pensar en cómo antes deciamos que uno era único, y con cierto delirio de grandeza, pensando que el centro del mundo era uno. Pues no...sólo sabremos significar algo para quienes nos conocieron, y si acaso un poco más si se es una figura pública. De resto, como decía Charlie, ni mierda. Nadie es totalmente imprescindible: solo un llamado de sangre o de cariño hace que nos sintamos solos, abandonados por el mundo que nos ha rodeado.
Saber retirarse, y decir que no, es lo que empieza a formar algún tipo de carácter en nosotros. Poder tener la fuerza para separar la vida que se llevó con lo que uno mismo espera ser en un futuro, así sea para volver en algún punto a lo que se era antes, con la certeza que las cosas se hicieron sin importar la duración.
--------------------------------------------------------

Han pasado unas 2 semanas desde que estuve con Nacho, en la sesión de fotos. Que más que sesión fue un descubrimiento, una especie de tracción a sangre de lo que necesitaba. No pasa un solo día en que no sienta exactamente el mismo hormigueo entre las piernas, el mismo deseo por unas manos que sepan justo dónde tocar, cúando, que supieran qué decir sin tener que abrir la boca. Puedo decir, con algo de incredulidad, que fue solo hasta ahora que supe lo que era sentir de verdad cuando estaba en pleno. No antes-antes lo que había tenido era tipos precoces, closet gays, egoistas. Esto era diferente: lo sé porque llevo dos semanas muerta de las ganas de hacer lo mismo una y otra vez, muerta de la piedra por no tener nuevamente a Nacho o a Adolfo junto a mí y saber que si bien no puedo dar aun amor suficiente porque no lo tengo ni para mí misma, tener claro que puedo entregarme en cuerpo a alguien y no tener que arrepentirme por ello. Lo siento, pero mi naturaleza me lo permite: el ser así de primitiva. Lo que mi naturaleza no me permite, por ahora, es enamorarme. Equivaldría a mostrar debilidades que no quiero reflejar, miedos a los que me estoy enfrentando y que debo esquivar sola. No lo tomen como algo personal.